Ignacio Fernández Cortés / 4 minutos / Mundo

En Argentina, ya se aprobó la Ley de Promoción de Alimentación Saludable. La misma establece, entre otras cosas, un sistema de “etiquetas” para advertir a la población sobre los excesos en azúcares, sodio, grasas saturadas o totales y calorías de comestibles procesados o ultraprocesados.

La ley tiene como objetivo advertir de qué están hechos los alimentos que consume la población. De esta forma se impide la publicidad comercial dirigida a niños, niñas y adolescentes, y garantizar la salud en entornos escolares. Para implementarlo, se determinó que los artículos con más de un sello de advertencia no podrán incluir dibujos animados, personajes, figuras públicas, regalos ni elementos que llamen la atención de niños, niñas y adolescentes en su frente.

Recibí historias que inspiran

“La información nunca es suficiente” es una frase que es recurrente en mi cabeza. Podemos tomar esa premisa para entender que esto es solo un nuevo comienzo, un paso más.

Siempre más información, para actuar con mayor libertad.

Conversé con Victoria, Licenciada en Nutrición, y me contó que todavía falta mucha educación e información en la industria alimentaria de procesados y ultraprocesados.

¿En cuánto tiempo vamos a ver los productos con etiquetado frontal?

Tras la publicación de la reglamentación, se comunicó que las pyme tendrán un año para adecuarse a la ley, mientras que las grandes empresas tendrán un plazo de seis meses para exhibir el etiquetado en sus productos.

Hablamos con Victoria Ferrucci (Lic. Maria Victoria Ferrucci, MP 6121), nutricionista, para tener otra perspectiva acerca del tema en cuestión.

¿Crees en la efectividad de la nueva ley y su implementación en el sistema?

Leer una etiqueta de alimentos en Argentina es  una misión imposible. La letra chica, sumada a la publicidad engañosa en el frente de los envases, hace que los consumidores muchas veces terminen eligiendo productos que creen saludables, pero que no lo son. 

Creo que el etiquetado frontal, ayuda al consumidor a tener información más clara a la hora de comprar, pero no es una solución sino una herramienta.

¿Qué beneficios crees que va a traer?

El principal beneficio es brindar información más clara al consumidor, y que de ahora en más, las elecciones alimentarias, no estén sesgadas por el marketing de la industria. En pocas palabras, el consumidor va a saber lo que está comiendo. Muchos pacientes que llegan al consultorio me cuentan que se están cuidando y se compran unas galletas “más saludables” porque en la etiqueta dice que contiene frutos secos y semillas. Pero lo que no saben, es que esas galletitas contienen mucha más azúcar y grasas que cualquier otra. Por eso, es importante, que los sellos, adviertan de estos contenidos, y que el consumidor comience a tomar decisiones desde la información, mucho más sanas.

¿Ves algún punto negativo?

La Ley de Etiquetado Frontal provocó mucha discusión entre nutricionistas.

Como toda Ley, no creo que sea perfecta, pero si creo que es una acción de salud pública que debía tomarse hace tiempo. ¿Hay fallas en la ley? Si, las hay. Por ejemplo, no se distingue la calidad de los productos. Unas galletitas hechas con miel, frutos secos, semillas, probablemente posean los sellos negros al igual que otras galletitas cuyos ingredientes no tienen nada para aportarle al cuerpo. Por lo que el consumidor, terminará optando por las que más les guste y no las de mejor calidad. Allí entra nuestro rol como nutricionista, de promover constantemente la educación alimentaria.

Esta Ley es una ley de prevención. No soluciona el trasfondo del problema, que es la falta de educación alimentaria. Pero si creo firmemente, que ayudará a que el consumidor comience a interesarse más por lo que está comiendo y dejar de ser confundido por publicidades engañosas.

¿Cómo se vincula este proyecto con la salud de la población?

En nuestro país, la principal causa de enfermedad y muerte es la malnutrición, que se puede presentar tanto por déficit como por exceso. La forma más prevalente en Argentina es la malnutrición por exceso, que comprende el sobrepeso, la obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, cáncer,etc) relacionadas con la alimentación. Esto es el resultado de cómo se han ido modificando nuestros patrones alimentarios, y que el gran motor de esta llamada pandemia silenciosa, son los excesos de estos productos ultraprocesados que se caracterizan en tener exceso de estos nutrientes críticos: grasa, azúcar, sodio, lo que los hacen particularmente sabrosos, y adictivos.

Nunca debemos tomar esta ley como una solución absoluta, sino que más bien hay que verla como una herramienta más, entre otras, siempre partiendo de la base de la educación nutricional, desde el inicio de la escuela. 

La alimentación forma parte de la vida desde que nacemos, ¿no consideran que también debería formar parte de la educación escolar? 

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