Clara Fontan / 4 minutos / Diversidad y Género

Isabel Sánchez es la autora del libro “Mujeres Brújula en un bosque de retos”. Una española que trabaja para 50.000 mujeres en más de 70 países, opina que los grandes sueños sociales podrán nacer de la herida que hemos sufrido por el Covid, y considera que la mujer tendrá un liderazgo especial en este nuevo mundo. 

¿Por qué escribiste sobre la mujer?

Lo hice a propuesta de una editorial, pero decidí escribir sobre la mujer porque soy una mujer, por el contexto social en el que estoy, por el siglo que me ha tocado vivir -que creo que espera de la mujer una contribución importante- y porque disfruto mucho con los miles de mujeres que conozco a través de mi trabajo, y creo que tienen historias que merecía la pena contar.

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¿Qué pensás de la mujer latinoamericana?

Me parece que es una mujer llena de coraje, que tiene sueños grandes, importantes y que en algunos casos no se ha dejado atrapar por esa sed insaciable de las cosas materiales, de la imagen de querer ser algo más. Hay un querer ser algo más que es muy bueno, y hay un querer ser algo más que considero superficial, porque se contenta con tener más. 

No querría estereotipar a la mujer latinoamericana, hay muchos tipos de mujeres, una gran diversidad, pero creo que podemos encontrar en todas ellas una apertura a la trascendencia: a los demás y a Dios. He visto cómo han ido adelante con proyectos grandísimos, magnánimos, apoyándose precisamente en esa trascendencia. 

En “Mujeres brújula” cuento historias como la de Lucía, una joven argentina que hizo un giro en su vida comprometiéndose con la organización Impulso Social, o la de Pilar, que puso en marcha diez proyectos educativos en Perú. Pienso que hay muchas mujeres latinoamericanas que todavía sueñan con ser más en lo profundo, y otras que si no lo sueñan, podrían soñarlo.

¿Cuál dirías que es la fuerza de la mujer latinoamericana? ¿Qué tienen para aprender de ella las mujeres de otras partes del mundo?

Creo que su fuerza es querer a su gente por encima de otras cosas. Me parece que esa es la gran fuerza de muchas mujeres latinoamericanas, y diría todas. Quizás el 

desafío es que se miren más unas a otras, que aquellas que tienen más medios y oportunidades puedan ofrecer a otras que no los tienen, sueños grandes en la vida. Y aprendan de las que tienen menos cosas, pero tienen más amor y mucha fuerza interior.

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¿Cuál es el mensaje que quisiste transmitir en tu libro? 

La verdad es que no empecé a escribir con un mensaje que quería transmitir. Poco a poco viendo historias, retomando los desafíos de nuestro tiempo, llegué a la conclusión de que necesitamos caminar hacia una sociedad del cuidado, no del descarte, y que para eso se necesita un liderazgo muy concreto. Pienso que debería emerger una cultura del cuidado y ahí la mujer tiene mucho que aportar, porque lleva siglos cuidando, tiene mucha sabiduría en ese aspecto. Quizás nuestro reto primario es ver esa experiencia como un valor, no sólo como una carga; verlo como un valor compartible con el hombre, y de donde vamos a poder sacar fórmulas nuevas para una nueva sociedad. 

Tu libro se publicó meses antes de que estallara la pandemia…

Empezó casi cuando lo estaba terminando y ahí fue cuando sentí…: ¿pero esto servirá para algo? ¿Este proyecto va a llegar a puerto? ¿Alguien lo podrá leer? Por eso añadí un epílogo que lo cuenta.

 

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Y en este mundo post pandemia, ¿qué valor hace falta resaltar?

Me parece que el valor principal que ha emergido de todo esto es la solidaridad, o el valor de la vulnerabilidad, ser más conscientes de que somos seres interdependientes, que somos vulnerables y que eso que puede ser simplemente una herida, puede también ser un camino de crecimiento, de humanización. Eso me dio mucha esperanza, vamos a salir todos más heridos, pero vamos a aprender a hacernos grandes. Uno de los personajes del libro me enseñó que sus grandes sueños profesionales los sacó de las heridas que había sufrido en el trabajo. Por eso pienso que quizás nuestros grandes sueños sociales podrán nacer de esta herida que hemos sufrido todos con la pandemia.

Si te propusieran escribir un nuevo libro y te ofrecieran profundizar en uno de los temas que desarrollaste en Mujeres Brújula: solidaridad-sostenibilidad-el cuidado ¿con cuál te quedarías? ¿por qué?

Me quedaría con la cultura del cuidado, un tema para profundizar porque lo veo como un gran tesoro que sin embargo se puede ver también como un gran peso que hemos tenido que llevar las mujeres durante mucho tiempo, una cadena que ahora con un poco de revancha querríamos traspasar a los hombres. Me parece que puede ser todo lo contrario, como decía antes, puede ser visto como un patrimonio espiritual que hemos adquirido las mujeres después de tanto cuidar. Si enseñamos a cuidar de un modo profesional, llevando esa dimensión del cuidado a todos los ámbitos profesionales, nuestra contribución para los próximos siglos será decisiva. Me parece un tema apasionante, me gustaría meterme a estudiar y si es posible escribir sobre esto. 

¿Cómo ves el feminismo hoy? ¿Te considerás feminista? 

Cuando salió el libro me hicieron muchas veces esta pregunta. Yo me considero una mujer muy orgullosa de ser mujer y muy orgullosa de que muchas otras también lo sean. Soy muy consciente del valor de la mujer como también del hombre. Me considero portadora de un feminismo que es cristiano, que es integral, un feminismo que quiere construir una nueva sociedad y no me la puedo imaginar sin el talento de nadie. Hay hombres, mujeres, personas con todo tipo de capacidades:  todos juntos podemos construir, y eso es lo que quiero hacer. No me puedo imaginar descartando, me parece un camino muy peligroso que puede acabar en la autodestrucción de la raza humana. No veo otra solución, en ese sentido sí afirmo a la mujer, pero no necesito para eso descalificar al varón.