Clara Gonzalez Bonorino / 4 minutos / Diversidad y Género
Si bien los derechos LGBT son considerados derechos humanos por parte de Amnisitia Internacional y Human Rights Watch, todavía hay países que prohíben la homosexualidad y se basan en leyes discriminatorias que no protegen los derechos de las personas LGBT

El 17 de abril, Sheila Adhiambo Lumumba, una lesbiana no binaria de Kenia de 25 años, fue encontrada asesinada y desnuda en su habitación, al norte de Nairobi. Human Rights Watch reveló que fue agredida sexualmente, golpeada en la cabeza con un objeto contundente y apuñalada en el pecho, la cara, el cuello y los ojos.
Su prima, Brenda, dijo a Human Rights Watch que la familia está desesperada por recibir los resultados de un informe de toxicología que solicitaron y esperan que Sheila estuviera inconsciente durante el ataque. Además, afirma que los primos de Lumumba están investigando el asesinato ellos mismos porque la policia no informó a la familia sobre el desarrollo del caso. Por otro lado, un amigo de la víctima encontró imágenes de ella saliendo de un bar con tres hombres en su última noche con vida.
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Después de que la policía afirmó que había registrado minuciosamente la escena del crimen, no terminó de investigar adecuadamente.
Ante la respuesta inadecuada por parte de la policía, activistas lesbianas, bisexuales y queer iniciaron una campaña por la justicia y circularon una foto en las redes sociales de Sheila con su campera vibrante, elegante y viva. Incluso, a comienzos de la Semana de la Visibilidad Lésbica, una semana que tiene como finalidad que todas las mujeres con preferencias sexuales diferentes sean respetadas, valoradas y puedan gozar de los mismos espacios en la sociedad sin que exista hacia ellas ningún tipo de discriminación, el movimiento #JusticiaPorSheila era tendencia en Kenia.

Las leyes de Kenia que prohiben las relaciones consentidas entre personas del mismo sexo, contribuyen a un clima de discriminación y violencia. En 2019, el tribunal superior de Kenia confirmó dos leyes de la era colonial que criminalizaban la homosexualidad con el argumento de que los activistas que presentaron una petición ante el tribunal “no pudieron demostrar que las disposiciones son discriminatorias”. Las leyes y políticas de Kenia contra la violencia sexual y de género no mencionan explícitamente a las personas LGBT, ni la Política Nacional de Prevención y Respuesta a la Violencia de Género de Kenia menciona el asesinato como una forma de violencia de género.
Como consecuencia de este tipo de leyes, esto hace que el alcance de la brutalidad como la focalización única que experimentó Lumumba como lesbiana sean invisibles bajo las politicas actuales de Kenia.
La policía debería realizar de inmediato una investigación exhaustiva y transparente sobre el asesinato y la Dirección de Investigaciones Criminales de Kenia y la Comision del Servicio nacional de Policia deben publicar declaraciones condenando el ataque. El gobierno también debe reemplazar sus leyes discriminatorias que prohiben la homosexualidad y reformar las políticas de violencia de género del páis para proteger los derechos de las personas LGBT.

Pero lamentablemente, la palabra “debería” antes de hablar de lo que hay que hacer en cuanto a los derechos de las personas LGBT, sigue estando. El caso de Sheila es uno en un millón. Una orientación sexual o identidad de género diferente de la considerada “normal” puede tener consecuencias fatales en muchos lugares del mundo.
Más allá de los 11 países que condenan la conducta homosexual con la pena de muerte, las personas LGBT pagan un alto precio por ser ellas mismas. Incluso aunque se guarden mucho de manifestar sus preferencias sexuales en público, la mínima sospecha de que son “diferentes” puede costarles multas, años de cárcel, o la vida.
Las personas transgénero son vícitimas preferenciales de dichos crímenes. Según los datos recogidos por Transgender Europa en su Observatorio de Personas Trans Asesinadas, entre 2008 y 2020 murieron asesinados 3,664 personas transexuales en el mundo. Todas ellas asesinadas por prejuicios discriminatorios. La organización deja en claro que no son cifras exactas, pero aseguran que solo reflejan la “punta del iceberg” de la violencia que sufren las personas trans en todo el mundo.
Aún con importantes avances legislativos en materia de derechos, respaldados por los marcos internacionales e impulsados por las diversas movilizaciones sociales en contra de los crímenes por homofobia y transfobia, todavía hay regiones que presentan un diagnóstico crudo de violencia contra las personas LGBT.

Es importante tener en cuenta que los mecanismos de denuncia no siempre protegen a quienes acuden a reportar, dejando a numerosas personas en situación de vulnerabilidad física y emocional.
Tomemos conciencia que si no hay un cambio social a nivel mundial, estos mecanismos se hacen inaccesibles, generando que la mayoría de los ataques violentos y homicidios sean invisibles, que no haya constancia ni denuncia, y que por lo tanto, no entren en estadísticas oficiales. Es una responsabilidad del estado generar políticas públicas que inciden en la mejora de la vida de sus sociedades.
Por un mundo donde TODO ser humano cuente. Por un mundo donde se respeten los derechos de las personas.