Luciana Garcés Castiella / 2 minutos / Mundo
Garantizar la educación e igualdad de oportunidades para todas las niñas es un derecho humano. Todas las niñas del mundo deberían contar con la suerte y la posibilidad de educarse.

Cuando estaba en primaria amaba la época antes de iniciar las clases. No solo porque estaba de vacaciones, sino también porque podía organizar mis útiles escolares. Seleccionaba los que todavía seguían funcionando del año anterior y buscaba nuevos. Le ponía nombre a las hojas y con mi mamá hacíamos etiquetas para los cuadernos. Toda esta preparación me ilusionaba para un nuevo comienzo.
En secundaria ya no me gustaba tanto este proceso, porque significaba el fin de las vacaciones. Además, ya no me importaba tanto tener los útiles prolijos o decorados de alguna forma en específico. Consecuencia de la adolescencia. Pero, igualmente, me encantaba poder estar con mis amigos y amigas en clase. Disfrutaba bastante del colegio y de aprender.
Recibí historias que inspiran
En esos momentos no era totalmente consciente de la suerte que tenía por recibir una educación. Hoy en día, me entristece saber que no todas las niñas pueden ir a la escuela. En muchos países, parecería ser que la educación es un privilegio al que solo acceden los hombres. Simplemente por el género, muchas niñas están privadas de la posibilidad de acceder a un aprendizaje.
Según la UNESCO, a nivel mundial hay 129 millones de niñas que no asisten a la escuela. Además, según un informe de la UNICEF, 1 de cada 4 niñas no está educada; a comparación con 1 de cada 10 niños. La brecha de género en acceso a la educación es mayor en las regiones cómo Oriente Medio, Asia Meridional y Norte de África.

Los factores que más afectan y causan esta disparidad entre géneros relacionado a la educación son: la pobreza, los prejuicios de género, el matrimonio infantil y la violencia de género. Además de asegurar que las niñas tengan educación, es importante garantizar que van a estar seguras en el ámbito escolar.
Obtener una educación de calidad es un derecho fundamental para que las niñas puedan desarrollar sus capacidades y después insertarse en el mercado laboral. También, permite que alcancen su máximo potencial y fomenta su autonomía.
En mi opinión, recibir una educación fue una de las mejores posibilidades que tuve. Me formó personal y académicamente. Gracias a mis años escolares aprendí y conocí una de mis pasiones: escribir. Creo que es penoso privar a las demás niñas de conocer su pasión y privarlas de derechos esenciales.

Día a día me doy cuenta de que muchas actividades que realizo, por más simples que sean, otras mujeres alrededor del mundo no tienen la suerte de hacerlas. Ya sea algo simple como usar un pantalón o asuntos de más peso como: elegir si me quiero casar y cuándo hacerlo, trabajar, votar, estudiar; entre otros.
Derechos que todas las mujeres y niñas deberían tener. No pierdo las esperanzas de que el mundo está cambiando para mejor. Y de que, algún día, las mujeres no dejemos de tener oportunidades por el simple hecho de haber nacido mujer.