Clara Fontan / 2 min / Diversidad y Género
El 8 de marzo la Fundación Espartanos organizó un histórico torneo de rugby femenino. Más de 60 mujeres privadas de su libertad disfrutaron un encuentro que les permitió experimentar que en equipo son capaces de salir adelante.

Nahir pega un salto, se eleva medio metro por encima del suelo, ataja la pelota ovalada con fuerza y la lleva hacia su pecho abrazándola para que no se le escape.
“El rugby es como la vida, a veces se pierde y a veces se gana”, dice esta mujer que hace tres años vive en el penal de San Martín. Luego mira hacia los costados vigilando quién la sigue, y hacia adelante proyectando los siguientes pasos. Corre a toda velocidad aferrada a una pelota que en ese momento es el mejor símbolo de libertad.
El pasado 8 de marzo, la Fundación Espartanos realizó un histórico torneo de rugby femenino por el Día de la Mujer. Unas 60 jugadoras se reunieron en la sede del Virreyes Rugby Club: “Las Espartanas”, de la Unidad 47 de San Martín; “Ave Fénix” de la Unidad 40 de Lomas; “Trescientas”, de la Unidad 33 de La Plata y “Las Expartanas” que fueron Espartanas y ahora están en libertad.
Recibí historias que inspiran
Como Nahir, ya son más de 90 las mujeres que desde el 2016, año de la creación del equipo de rugby femenino en el penal de san Martín, son parte del Programa Espartanos. La propuesta busca colaborar con la futura integración social y laboral de las mujeres privadas de su libertad, a través de la práctica del rugby, la espiritualidad y la educación.
Se ha comprobado que, gracias al programa Espartanos, el índice de reincidencia delictiva baja de un 65% a un 5%. Con esa meta, año tras año la Fundación Espartanos reúne a decenas de voluntarios decididos a comprometerse y ayudar a muchas mujeres a recuperar la libertad.
La práctica del rugby fomenta el espíritu de superación: genera buenos hábitos, fomentar el cuidado del cuerpo el sentido de pertenencia y brinda herramientas de manejo emocional.
La Espiritualidad es otro pilar que ofrece la fundación: habilita un espacio de introspección y conexión con la fe, poniendo foco en el perdón hacia uno mismo, hacia la familia y la comunidad.

María Julia también forma parte del equipo Espartanas y asegura que gracias al rugby, aprendió a ser compañera: “Ahora valoro a la persona que está al lado mío y a la que está en la calle”, dice. El equipo es todo para ella y dirige a sus compañeras un mensaje: “A las que estamos en contexto de encierro quiero decirles que sepamos que nada es para siempre, que esto se termina, pero de acá nos llevamos algo muy hermoso que es una gran familia.”